sábado, 21 de septiembre de 2013

La semana en atuendos

A diferencia de Bustamante, yo sí soy un súper hombre ... o lo he sido ... o me he disfrazado de él y me lo he creído :-). En realidad tampoco fue así, no fue un disfraz pero sí una camiseta que es parecida aunque no igual a esta.

Compré la camiseta hará uno o dos meses pues en mi puesto de trabajo actual el "business casual" de la empresa anterior cambia la camisa sin corbata por una camiseta estampada con algún motivo relacionado con superhéroes, series de TV, películas, ordenadores, manga o cualquier otro tipo de temática que pudiera considerarse como friki. Sin embargo, cuando la recibí pude comprobar que la camiseta excedía en bastante mis expectativas, tanto como para que decidiera posponer sine die mi presentación en público con la misma a causa de esa sensación que los que podemos llegar a tener poca vergüenza raramente sentimos (un superhéroe como yo lo he sido, por breve que fuera el momento, no podría decir otra cosa).

Al final y como era esperable, di el cante cual tenor. Pero también como era esperable, no fue más allá de la sensación inicial y alguna broma algunos días después. Y eso que al día siguiente ya no era Supermán sino el mismísimo Batman vistiendo algo parecido a esto. Esta vez las conversaciones fueron más por los derroteros de ... "Supermán, Batman ... ¿y mañana?". Pero en esos derroteros no había mucho más de interés porque al tercer día ya tocaba algo más discreto, lo que yo describí como "Anodinomán" :-). Y ya, para acabar la semana, camisetas dentro de lo "normal" aunque con toques diferentes, según el día, navegando fluidamente entre la ternura "pets rock" y la agresividad que proporciona la carencia de miedo.

Curiosamente, cuando más súper héroe me he sentido ha sido cuando no he llevado ninguna de las camisetas con las que podía aparentar ser uno. Entiendo que las camisetas han influido y mucho. Entiendo que lo sentido no ha sido sino una remembranza de aquellos años de niñez cuando entraba en el mar y me sentía temporalmente invulnerable. Ya he contado alguna vez cómo intentaba aguantar la embestida de las olas sabiendo a tan corta edad que yo era efímero, que algún día yo desaparecería y las olas seguirían.

Esas mismas olas que llevan (entonces no lo sabía) millones de años bañando nuestras costas (o las tátara tátara tátara abuelas de las mismas) y que han visto aparecer la vida en sus aguas, la han visto pasarse del agua a la tierra, se han quemado con el fuego de las piedras al sol o años (millones) después se han congelado contra la negra y fría noche que engullía al planeta. Esas mismas olas seguirán aquí por mucho, mucho, tiempo. Sin embargo, no podrán quitarme esos recuerdos de hace 30 años, esos recuerdos caprichosamente moldeados por el maravilloso cerebro humano ni esa sensación de invulnerabilidad que dura incluso cuando te cortas abriendo una caja de cartón. De eso, si acaso, ya se encargará el Alzheimer :-).

Un saludo, Domingo.


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