domingo, 24 de marzo de 2013

Cuando me vaya

Escuchaba el otro día en la radio la canción "Cuando me vaya"  y me pregunté por la situación, el contexto, lo que tendría el compositor en la cabeza cuando la escribió porque yo no terminaba de entenderla. La canción es ciertamente muy romántica, quizás porque es/parece triste (o lo es/parece porque es romántica, no sé), pero también quizás, el trasfondo es algo tan banal como una persona que simplemente tiene que cambiar de aires por trabajo, por amor o por lo que sea.

Por otro lado, también pudiera ser algo más trascendental como una despedida de alguien que sabe que se va a ir pronto, ¿por una enfermedad?. O también trascendental pero menos dramático, alguien que sabe que se va a ir ... como todos. En este sentido, si bien la religión nos puede dar consuelo, la ciencia nos da otro tipo de conocimientos que, según se miren, pueden dar más consuelo o desconsuelo.

En primer lugar, la vida es anomalía en nuestro universo cercano y no digamos la vida inteligente. En segundo lugar, esta anomalía ha resistido y en cierta forma se ha fortalecido gracias a una serie de catástrofes naturales, meteoritos, glaciaciones, ... etc. Además, aparte de la singularidad que supone el estar vivo, el que seamos como somos, esa combinación concreta de ADN, nuestros condicionantes, nuestra cultura, nuestras filias, nuestras fobias, supone otra singularidad todavía mayor porque son muchas más las combinaciones que, igualmente posibles, todavía no han tenido la suerte o la desgracia de pasar por "aquí". Y digo bien, la suerte o la desgracia porque si bien en el caso de las personas que nos rodean, con sus aciertos y desaciertos, sus virtudes y sus problemas, se trata de una suerte, no diría lo mismo del bebé africano condenado a una corta existencia, casi tan corta como lo que tardamos en zapear cuando lo vemos en el telediario o en alguna parada de autobús.

Y eso solo si tenemos en cuenta nuestro pasado, si pasamos a analizar nuestro futuro, el futuro del terruño (y no digamos si somos nacionalistas de cualquier tipo) al que tanto afecto le tenemos o del planeta al que no tanto afecto le tenemos, no podemos sino tener la certeza de los átomos que ahora componen nuestro flamante móvil de 600 euros, pasarán a engrosar la cuenta de átomos que el envejecido sol se ha de tragar. O quizás no, porque quizás dentro de 10 millones de años venga un pedrusco bueno por aquí y haga carambola. Quedaría ver si para aquel entonces el género humano ha sabido construir naves "especiales" que nos lleven junto a una pequeña huertecita y nuestro fiel amigo de turno a algún sitio con atmósfera o si bien el peñasco lo único que va a encontrar es un planeta yermo y frío (o caliente).

Pero para eso queda mucho, algo más de los que nos queda a nosotros y nuestros contemporáneos. Muchísmo más de lo que le queda a mi abuela, la pobre, que tantas veces comentó su voluntad por no perder la cabeza y a la que el destino le ha hecho tan poco caso. Cuando ella se vaya, cuando ella se vaya quedaremos nosotros, que la recordaremos y cuando lo hagamos nosotros, cuando lo hagamos nosotros quedarán nuestras acciones, quizás no de una forma palpable, no como el río que erosiona la montaña pero sí como la lluvia de otoño que da vida a la flor en primavera, por efímera que esta sea.

Un saludo, Domingo.

domingo, 17 de marzo de 2013

A vueltas con los números

Decía alguien por ahí: no des números, da ideas; si das números siempre puede haber quien haga los cálculos. Ejemplos que muestren a las claras el por qué de esta frase hay muchos. El más antiguo que recuerdo lo proporcionaron en el programa de tertulia/humor "Este país necesita un repaso" que se emitió en Tele5 hace 20 años. Por cierto, eso me hace pensar que hace 20 años no solo veía televisión sino que veía Tele5 y su programación (o al menos parte de la misma) me gustaba.

El caso es que durante aquel programa empezaron a analizar una noticia aparecida en un periódico que informaba sobre los despilfarros del gobierno (para ponernos en contexto, últimos años de Felipe González,  Roldán, comisiones de la Expo, del AVE, Juan Guerra ...). La noticia en cuestión hacía referencia a lo que se gastaba España en espionaje, una desorbitada cifra de (me la invento) 10 millones de euros. Por lo que recuerdo, se daba a entender que con semejante cifra, se podía hacer de todo y era muy complejo, casi imposible, pensar en qué se podían gastar tanto dinero nuestros espías si no era en sobornos y demás cosas de dudosa legalidad.

Recuerdo que al escucharla no me pareció una cifra tan elevada y mis sospechas se vieron confirmadas con el análisis detallado de los mismos números que ofrecía la propia noticia. Decía algo así que con ese presupuesto se mantenía una red de, digamos también, 1000 espías, el colmo de la malversación. En cambio, una simple, muy simple división, nos mostraba que ese presupuesto daba para contratar a Mortadelo, Filemón y 998 empleados que no iban a ser ni mileuristas. Algo fallaba y lo que fallaba no era sino que habían dado los números en vez de las ideas.

Por cierto, los datos actuales según la Wikipedia son  600 empleados y 228 millones de euros, unos 380 mil euros por empleado, suponiendo que todo fueran sueldos, cosa que evidentemente no es así. Pero sería otra forma de hacer lo mismo solo que esta vez por exceso en vez de por defecto.

Ese es el primer caso que recuerdo. Uno de los últimos es precisamente idéntico al último y tiene que ver con la seguridad vial. Hace unos días escuchaba en la radio un anuncio narrando las terribles consecuencias que puede conllevar el no llevar a un tierno infante debidamente sujeto en un coche. En ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo simplemente al pensar que una cierta persona a la que he visto solo tres o cuatro veces lo estuviera escuchando también. Se trata de alguien que tuvo la desgracia de comprobar en carne propia esas terribles consecuencias y todavía estaba pensando en ello cuando escuché el mismo argumento que creo que ya critiqué en su día en el blog: uno de cada cinco fallecidos por accidente de tráfico el año pasado no llevaba puesto el cinturón de seguridad.

¿Y por qué criticarlo?. Pues simplemente porque está redactado de forma fácilmente manipulable, tan fácilmente manipulable como decir (o pensar) que cuatro de cada cinco fallecidos en accidente de tráfico llevaban puesto el cinturón de seguridad. ¿Conclusión?, mejor no llevarlo :-S. Es cierto que la fórmula usada parecería la más lógica tras, sin embargo, creo que las cabezas pensantes deberían darle la vuelta a algo tan simple como: John y Joe van a tener un accidente de tráfico. John lleva puesto el cinturón, Joe no. Tras el accidente lo más probable es que John se alegre de haberlo llevado puesto y que la familia de Joe lamente que él no lo llevara.

Dar números hace tu mensaje más creíble, cierto, sin embargo también lo convierte en más peligroso. Es cuestión de encontrar el equilibrio adecuado.

Un saludo, Domingo.

sábado, 9 de marzo de 2013

La Rambogüela

La Rambogüela, abuela Rambo o "Granbo" es la protagonista de un correo "de estos de reenvío" que recibí. La historia es buena, definitivamente:
http://urbanlegends.about.com/library/bl_gun_toting_granny.htm

Sin embargo, aparte de que esté plagado de slang estadounidense (el original, no el que yo recibí que estaba en español) resulta poco creíble o cuando menos sospechoso. Es más, no sé si decir que ojalá resultara más creíble porque si bien es cierto que alguna que otra grannies de estas no estarían de más, el hecho de que a las violaciones pudiéramos añadir que las amables ancianitas fueran armadas hasta los dientes por ahí no sé si nos llevaría a un mundo mejor o peor.

Precisamente llevo dándole vueltas al hecho de que el mundo sea mejor o peor o a las posibilidades de que mejore o empeore. Así, habiendo yo criticado públicamente (todo lo públicamente que puedo) a Hugo Chávez, me encuentro ahora (tal como era de esperar) que muchos los que pedían que a una rival democrática, Esperanza Aguirre se le reprodujera el cáncer, lloran ahora la muerte de un dictador afín.

Aunque lo que he dicho no es precisamente cierto, en el sentido de que lo que comento lo hago solo por algunos testimonios de segunda y una imagen que sí he podido ver en primera persona porque no he estado interesado ni en llorar la muerte del populista ni en alegrarme de ella. La verdad es que solo he lamentado/constatado que el cáncer solo entiende de células, algo de lo que podríamos aprender mucho. No debería haber enfermos de cáncer de derecha ni de izquierdas, ni cánceres buenos o malos en función de la afinidad que sientas por la víctima. Solo debería haber enfermos de cáncer, a secas, que intentáramos curar.

Y siguiendo con el cáncer, tanto en el trabajo como en el fútbol de los sábados he tenido y tengo oportunidad de entrar en contacto, un contacto muy leve y absolutamente tangencial pero contacto, con niños enfermos de cáncer. Pocas cosas más tristes puede haber que esa. 

Ojalá hubiera otra Rambogüela por ahí que disparara inyecciones contra el cáncer pero en vez de a un hombre de 33 años a 11 niños de 3. Eso sí tendría algo más de verosimilitud porque (y hablo desde el total desconocimiento porque nunca he disparado un arma) no creo que haya muchas abuelas capaces de aguantar el retroceso de uno de esos chismes, tres veces, mientras apunta a la genitalia de un violador. Como diría Kant, cuando pude no quise y cuando quise no pude. Eso posiblemente es aplicable a todos nosotros en uno o más órdenes de nuestra vida. Probablemente es ley de vida y quién sabe si hasta mejor que así sea. Habrá que ir mentalizándose por si acaso.

Un saludo, Domingo.

domingo, 3 de marzo de 2013

El MarcaMundoToday

Esta podría parecer la crónica de lo acontecido ayer durante el habitual partido sabatino según el principal diario deportivo-generalista de España, ElMarcaMundoToday.

Titular: Este hombre no tiene techo ... ni suelo.
Titular secundario (por si falla el primero): Aprovechan la caída de un joven de 73 años para remodelar la pista de fútbol sala cambiando el asfalto por otro más resistente y ecológico.
Artículo: A las 12:05 de la mañana y con viento de poniente, el titán de la maratón, el BipBip de los sábados, intentaba controlar de espaldas a la meta rival un balón resbaladizo por el agua-nieve acumulada en las altas capas de la estratosfera. Al mismo tiempo, el Rocío Jurado sabatino, el más grande, jugando esta vez en la posición de portero salía cual Mazinger Z al grito de puños fuera. Con la mala fortuna de que justo en ese momento entraba en la atmósfera el meteorito de Rusia y la onda expansiva mandó al uno hacia adelante y al otro hacia atrás.

Normalmente Mazinger se hubiera nivelado sin problemas haciendo uso de los propulsores que lleva en sus Nike, sin embargo, según la opinión de varios controladores aéreos del aeropuerto de Málaga que lo vieron en directo entre un aterrizaje fallido de Ryan Air y uno cancelado de Iberia, la onda expansiva tenía muy mala leche y apagó ambos propulsores. No contenta con esto, esa onda con tan mala onda situó a nuestro héroe en posición "decúbito supino" y cual si fuera un luchador de la WWE (antes WWF) lo lanzó contra la lona.

Como ocurre con todos los superguerreros, esta maniobra provocó que en el continuo espacio tiempo del asfalto sobre el que jugaban se retorciera, dejando un agujero considerable en el suelo así como algunas magulladuras de escasa importancia en el hace mucho tiempo inexistente cuero cabelludo del futbolista.

Este, famoso en el pasado por haber causado destrozos similares al terreno de juego, eso sí, sin desgaste propio, fue atendido de urgencia en el centro hospitalario más cercano donde tras el preceptivo "sana, sana, colita de rana", limpiar la herida soplando, un poco de mercurocromo y una tirita de Bob Esponja volvió de nuevo al terreno de juego para despedirse de los compañeros hasta la semana siguiente y, de paso, vacilar del parte de alta:

Varón de 73 años que refiere estar jugando al fútbol con los amigos, haber saltado para despejar un balón para posteriormente, cayendo en barrena, comprobar que la resistencia estructural de su cabeza no es la misma que la de su cuerpo. Presenta signos de congelación en las pestañas debido a las bajas temperaturas propias de esas altitudes y arañazos, "como de gato" en "to lo arto la calva". Se le da una aspirina y para casa.

Pues eso, afortunadamente todo quedó en un susto y en una historia de ElMarcaMundoToday.

Un saludo, Domingo.