sábado, 12 de enero de 2013

La ONCE, la liebre, la tortuga, la bolsa y Groucho Marx

Esta es una entrada que he pensado escribir varias veces aunque con un contenido ligeramente diferente. Entonces quería titularla: "Abogados".

Vayan por delante dos cosas:

  1. Mi suegro tenía una máxima: no quería comunidades de vecinos ni benditas.
  2. Mi suegro tenía razón.

Detrás de ambos puntos se esconde un detalle que no se nos puede escapar y es que las comunidades de vecinos suelen estar compuestas por personas porque los vecinos son, en general, personas. Y como tales personas tienen sus pasiones y las ganas irrefrenables por hacer la pascua a uno pueden llevar a hacer la pascua a dos. Ese es mi caso.

Tras no conseguir que la gente entrara en razón y me demandaran por el toldo, resulta que hay otra reunión de comunidad en la que se decide no demandar a otro vecino que había incurrido en el mismo error. Evidentemente, una vez tuve el acta se la llevé a mi abogado pues lo que antes hubiera podido ser un juicio incierto cuyo fallo dependiera de la comprensión cuando no del humor de su señoría, ahora se convertía en misión casi imposible para la parte demandante.

Lo siguiente que hice fue ponerme en contacto con la comunidad, comentando que, habida cuenta de que la cosa se le ponía de color chocolate, lo mejor era minimizar daños, retirar la denuncia y que pagaran aquellos gastos en los que yo ya había incurrido. Mi propuesta era hacerlo antes de que tuviera lugar la vista inicial (si es que ese es el nombre correcto) pues cuantas más actuaciones tuviera que llevar a cabo mi abogado, más engrosaría la factura al final.

Casi dos meses después parece que por fin hay respuesta, al menos del abogado de la comunidad (todavía no de la misma). La propuesta pasaría por retirar la demanda a cambio de que yo corriera con los gastos de mi abogado. ¡Ole tus juegos ... de palabras!. Sinceramente, me sentí indignado. No voy a esconder que mi propuesta me conviene pero creo que es una propuesta absolutamente sensata y buscando el beneficio de la comunidad que es el mío propio. La respuesta, en cambio, me recuerda a la ONCE, la liebre, la tortuga, la bolsa ... y finalmente a Groucho Marx.

Pasada mi indignación inicial empecé a buscar la forma más didáctica de hacer comprender a la comunidad mi punto de vista (aun cuando la decisión que se tome estará basada en cualquier cosa menos el sentido común, probablemente será una simple puesta en común de posiciones absolutamente egoístas).

Lo primero que pensé decir fue que el asunto se podía comparar con un billete de lotería o un cupón de la ONCE. Básicamente dependiendo de si aciertas el número final te devuelven el dinero (en este caso ni siquiera hay posibilidad de premio gordo) o lo pierdes. Pero claro, la comunidad solo ha aportado una provisión de fondos y las cantidades de las que estaríamos hablando son ahora mismo "virtuales". Es una situación que puede ser difícil de explicar. Quizás establecer un paralelo con la bolsa podría ser una mejor opción ... intentemos.

Quedándonos también con el caso más sencillo, cuando compras unas acciones , solo ganas o pierdes dinero cuando las vendes. Puedes comprarlas a 5, bajar a 4, estar en 4 durante meses y, de repente, subir a 10. Pero igualmente puede bajar a 1. En el primer caso, si vendes a 4 te maldecirás por haberlo hecho cuando solo con esperar un poco hubieras podido duplicar tu inversión. En el segundo sufrirías de espasmos gastrointestinales por haber perdido el 80% de tu dinero cuando durante tanto tiempo podrías haber salido con solo un 20% de daños. ¿Qué ocurre aquí?. Pues que, siendo también fácil de entender, probablemente esto es todavía más complejo de aplicar a la situación actual que el caso anterior. Habría que buscar otra forma.

Entonces se me ocurrió la relación con la liebre y la tortuga. Podría incluso ambientarlo en un cine. La comunidad viendo la película. Al principio todo el mundo cree que la liebre va a ganar. ¿Cómo podría no hacerlo?. Ebrios de confianza deciden invitarme a la "Fiesta de la justicia", fiesta que pagaré yo si gana la libre y ellos (vamos, nosotros) si gana la tortuga. Yo les advierto que desconozco cómo es la película pero que he leído el libro y ni acudir a la justicia es una fiesta ni quizás la liebre lo tenga tan claro como ellos se creen. Es más, llegando al final de la película la liebre se ha echado un siestorro de no te menees y la tortuga ya ve la meta.

¿Puede ganar la liebre?. Sí, todavía sí. Sin embargo ya hay más dudas y de hecho mucha gente intenta cambiar las apuestas. Pero eso se debía haber hecho al inicio, ya es tarde. Ahora como mucho lo que les ofrezco es minimizar pérdidas y que la fiesta de la justicia salga lo más barata posible .... muy bonito pero también muy recargado. Debería ser algo más simple, algo que hasta en mi comunidad puedan entender :-D.

Y es en ese momento cuando me acuerdo de la famosa anécdota atribuida a Groucho Marx.

  • Señora, ¿se acostaría conmigo por mil millones de dólares?.
  • Pues claro que sí.
  • ¿Y por un dólar?.
  • ¡Pero bueno! ¡Por qué clase de mujer me ha tomado!
  • Eso ya lo dejó claro con su primera respuesta, ahora estamos discutiendo el precio.
Pues bien, la oferta verbal del abogado de la comunidad y comunicada a mí a través del presidente ya debería dejarles claro que han perdido el caso. Ahora es cuestión de discutir el precio y el precio lamentablemente tiene poca discusión: o continúan y se aferran a esa posibilidad por si suena la campana, o pagan (pagamos) la totalidad de las costas y cuanto antes lo hagan (hagamos), .menos habrá que pagar.

¿Lo entenderán?. Desde un punto de vista meramente egoísta espero que así sea. Desde un punto de vista no tan egoísta, espero que también.

Un saludo, Domingo.

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